Situada en las proximidades de la ciudad de Limoux, la abadía benedictina de Saint-Hilaire debe su renombre a la multitud de tesoros que alberga: el más famoso de ellos es el altar-relicario del escultor anónimo, el maestro de Cabestany, también llamado sarcófago de Cabestany. El monumento es en sí mismo un himno a la elegancia: desde su claustro gótico hasta los techos pintados de la casa abacial. También es el lugar de una leyenda tenaz: aquí es donde los monjes habrían creado las primeras burbujas del Blanquette, el famoso vino espumoso, que todavía se puede degustar en la abadía en la actualidad.