Fortalezas y castillos
Desde lo alto de su espolón rocoso, las fortalezas dominan un vasto relieve accidentado que se extiende desde las Corbières hasta los Pirineos.
Dominando las crestas de las Corbières y de la Montagne Noire, las fortalezas reales del Languedoc cuentan una historia singular: la consolidación del poder real tras la Cruzada contra los albigenses. De Carcasona a Montségur, pasando por Peyrepertuse, Quéribus o Termes, estos espectaculares sitios impresionan por su arquitectura defensiva y la belleza de los paisajes que dominan. Un patrimonio excepcional en candidatura para la UNESCO.
Surgidas del poder real en el siglo XIII, las ocho fortalezas del Languedoc – Carcasona, Peyrepertuse, Quéribus, Aguilar, Termes, Puilaurens, Lastours y Montségur – encarnan un modelo único de arquitectura militar. Centinelas del reino de Francia, narran un capítulo fundamental de nuestra historia. Hoy, se unen en un proyecto colectivo para una candidatura a la UNESCO, impulsada por los territorios.
Además de las fortalezas reales del Languedoc, los “Sitios del País Cátaro” son símbolos, testigos, lugares de memoria y de vida, vestigios fascinantes con destinos entrelazados, marcados por valores de resistencia, tolerancia, conquista o rebelión. Todos estos sitios moldean un paisaje auténtico que da al Aude todo su carácter…
Desde lo alto de su espolón rocoso, las fortalezas dominan un vasto relieve accidentado que se extiende desde las Corbières hasta los Pirineos.
Algunos las llaman (erróneamente) “Castillos Cátaros”, otros prefieren el nombre de “Ciudadelas del vértigo” (Michel Roquebert). Como centinelas suspendidas entre el cielo y la tierra, las fortalezas y castillos siguen desafiando al tiempo y al horizonte…
Anidadas en los valles verdes del Aude, las abadías medievales completan este paisaje ondulado de hondonadas y colinas.
Los caminos se pierden y se desvanecen en vastos espacios infinitos, como en el macizo de Fontfroide. Otros, como en Lagrasse, desembocan en el corazón de pequeñas ciudades medievales, donde, al doblar una callejuela, emergen un lavadero, un campanario o un mercado cubierto que antaño bullía de vida…